Clásicos (y no tanto) en Montjuic
- Samuel Parra
Si alguna vez habéis organizado un evento, sabréis la enorme cantidad de trabajo que supone. Si sólo habéis asistido, al menos os lo podréis imaginar. Por eso sorprende tanto que año tras año los coches clásicos -y no tan clásicos- de Barcelona se reúnan en la montaña de Montjuic el último sábado de cada mes sin que haya ningún tipo de organización detrás… Y más sorprendente es que con el tiempo no sólo pierda fuelle, sino que las nuevas generaciones vayan tomando el relevo y lo que hace un tiempo era sólo terreno de coches clásicos hoy es una bonita mezcla de lo antiguo con lo contemporáneo y modificado.
Hace más de 10 años que las calles de la montaña de Montjuic son testigo de cómo, una vez al mes, los clásicos de los alrededores salen de sus garajes y vuelven a hacer la función para la que fueron diseñados: hacer disfrutar a sus dueños y a los que tenemos el privilegio de verlos expuestos. Al ser una reunión mensual, el ambiente es diferente cada vez, y aunque hay coches que casi nunca fallan, si sois de la zona es recomendable pasarse siempre que os sea posible, ya que como suele suceder en este tipo de quedadas, justo el día que no se asiste es en el que más cosas interesantes se pueden ver.
Nada más llegar me encontré con estas dos unidades de Simca 1000, uno de estricta serie y otro versión rallye, con su ensanchado pertinente y preparado para correr. Me llamó mucho la atención ya que pensé en que cosas que nos parecen la bomba hoy día, como los kits Rocket Bunny para el GT86 de Toyota, llevan décadas haciéndose, de manera más o menos artesanal. ¡Y es que un coche ancho y bajo siempre ha sido de lo más pintón que puede haber! Al igual que hay una clara diferencia entre los coches clásicos asistentes y los más modernos, también la hay entre sus dueños, y la verdad es que, aunque hay gente a la que no le parece bien que se pierda esa esencia de sólo clásicos, bajo mi punto de vista es muy agradable ver como los más jóvenes contemplan cada detalle de máquinas que, en muchos casos, fueron creadas incluso antes de que ellos nacieran, y los veteranos hacen lo mismo con coches modificados donde se cambia la carburación por la inyección, los aceleradores por cable por centralitas que los controlan, y se cuadruplican sus caballos. Un buen ejemplo de esta mezcla de estilos y épocas es este Mitsubishi Lancer Evolution VI, en su edición limitada Tommi Makinen. Me llamó la atención porque tenía el volante a la derecha, así que le pregunté a su dueño el motivo, ya que se pueden encontrar unidades en buen estado alrededor de Europa buscando un poco. Me contó que estuvo trabajando en Japón y que durante su estancia se hizo con esta unidad. Cuando llegó el momento de volver, no lo quiso hacer sin su coche, e hizo todo el papeleo necesario para importarlo y poderlo matricular aquí, y la verdad, a la vista del buen estado en el que está, la mayoría de nosotros habríamos hecho lo mismo en su situación. Este Evo tiene hecho -en palabras de su dueño- “lo habitual”: electrónica, un intercooler más grande, diversos detalles en fibra de carbono y, como toque, un detalle que me gustó mucho: las piezas que se han sustituido, como el pomo o el sistema de escape, son RALLIART en su totalidad, ya que se ha buscado conservar la originalidad del vehículo en la manera de lo posible. También tuve el gusto de ver (y oír) una representación del club Cosworth, verlos llegar juntos trazando las curvas de la carretera que da a la zona de aparcamiento ponía los pelos de punta, y se notaba que eran coches hechos para ese tipo de carreteras. Por último, os dejo con un pequeño adelanto de un Abarth muy, muy especial al que pronto dedicaremos un artículo. Es un utilitario, pero esconde cosas muy grandes bajo el capó. Y, para mi gusto, tiene el mejor sonido de escape que he oído en mucho, mucho tiempo. Esta crónica es sólo una pequeña muestra de lo que yo me encontré en Montjuic el último sábado de Julio, pero, como he dicho antes, cada edición de esta reunión es diferente, y mi consejo es que no perdáis la oportunidad de pasar por allí si estáis por la zona. La pregunta no es si vale la pena ir, sino ¿qué os encontraréis vosotros?